El pasado lunes día 31 de octubre y justo después de que se aprobara por unanimidad (y sin debate) el programa electoral del Partido Popular, su presidente, Mariano Rajoy, resumió, ante el comité ejecutivo de su partido, las líneas generales de dicho programa. Sin concretar ni aportar demasiada información adicional a la que el pasado domingo ya adelantó su partido, se comprometió a una serie de puntos, algunos de los cuales es probable que no llegue a cumplir por descabellados. Algunos de estos puntos son los siguientes:
En primer lugar, Rajoy afirmó tener la fórmula para alcanzar, en el 2012, el nivel de déficit que ya estableció la Unión Europea, es decir, el 4.4%. Promesa poco creible si tenemos en cuenta que también afirmó no aplicar recortes ni reducir derechos en materia de sanidad, educación, pensiones o en los sueldos de los funcionarios, partidas presupostarias que suponen el 80% de los presupuestos generales del estado. Matemáticamente resulta una contradicción decir que se puede llegar a un déficit del 4,4% sin hacer recortes importantes. No se está diciendo la verdad. O no se cumple con el déficit o no es verdad que no se vayan a hacer recortes.
Muchos economistas sostienen que la clave de la reducción del déficit está en el tijeretazo al gasto si no aumentan los ingresos. Pero la esencia está en qué parte del pastel se aplica la tijera. Es precisamente aquí donde se sitúa la diferencia entre la derecha y la izquierda. En las comunidades donde gobierna la derecha como Madrid, Castilla la Mancha, Galicia o Catalunya, estamos asistiendo, en los últimos meses, a un inicio de destrucción y pérdida de calidad de derechos básicos como la educación, la sanidad o los servicios sociales.
En segundo lugar, Rajoy ha asegurado que "el programa que presenta el PP defiende los intereses de todos los españoles". "Un programa realista y reformista, que da confianza y que sienta las bases para la recuperación económica del país", ha dicho. Si finalmente llega a tener la confianza de la mayoría de españoles en las urnas, Mariano Rajoy, demostrará que su intención no es gobernar para todos los españoles. Simplemente con que decida eliminar el impuesto de patrimonio previsto para el 2012 y no implantar impuestos a las grandes fortunas, será suficiente para contribuir con las políticas no redistributivas y conservadoras que benefician exclusivamente a las clases sociales más privilegiadas.
Asimismo, habría que mencionar la pretensión del presidente del PP de modificar ciertas leyes que han supuesto un logro y un compromiso social hacia determinados colectivos sociales y que el Partido Popular ya ha anunciado que derogará. Estas son: la ley de la igualdad, cuyo recurso rechazó el Constitucional, la ley del aborto o la ley de matrimonios del mismo sexo, estas dos últimas recurridas por el PP.
En tercer y último lugar, el candidato ha afirmado que "nada se podrá solucionar sin el cambio político". Parece claro que un simple cambio político no puede ser la garantía del éxito, de recuperación de la recesión. La situación general de desafección que vivimos se muestra demasiado compleja y caótica como para que su inversión pase simplemente por que el Partido Popular llegue al gobierno. Se necesita tiempo para recuperar la confianza hacia los mercados y hacia la política. Pero, por otro lado, la política es la institución que dispone de la herramientas para superar dicha situación. Una política que favorezca a las clases más desfavorecidas y que busque mecanismos que garanticen la justicia social y el mantenimiento del estado del bienestar, y no precisamente su desmantelamiento.
Sin ánimo de que pueda parecer que la totalidad de las 100 propuestas que el presidente de la formación mencionó me puedan resultar poco creibles, sí que estaría de acuerdo en una de ellas: "la situación que viene es quizá la más complicada a la que se enfrentará un Gobierno en democracia". Precisamente, este es el motivo que nos puede arrojar luz de que un simple cambio de gobierno no garantiza una salida exprés de la crisis.
Muchos economistas sostienen que la clave de la reducción del déficit está en el tijeretazo al gasto si no aumentan los ingresos. Pero la esencia está en qué parte del pastel se aplica la tijera. Es precisamente aquí donde se sitúa la diferencia entre la derecha y la izquierda. En las comunidades donde gobierna la derecha como Madrid, Castilla la Mancha, Galicia o Catalunya, estamos asistiendo, en los últimos meses, a un inicio de destrucción y pérdida de calidad de derechos básicos como la educación, la sanidad o los servicios sociales.
En segundo lugar, Rajoy ha asegurado que "el programa que presenta el PP defiende los intereses de todos los españoles". "Un programa realista y reformista, que da confianza y que sienta las bases para la recuperación económica del país", ha dicho. Si finalmente llega a tener la confianza de la mayoría de españoles en las urnas, Mariano Rajoy, demostrará que su intención no es gobernar para todos los españoles. Simplemente con que decida eliminar el impuesto de patrimonio previsto para el 2012 y no implantar impuestos a las grandes fortunas, será suficiente para contribuir con las políticas no redistributivas y conservadoras que benefician exclusivamente a las clases sociales más privilegiadas.
Asimismo, habría que mencionar la pretensión del presidente del PP de modificar ciertas leyes que han supuesto un logro y un compromiso social hacia determinados colectivos sociales y que el Partido Popular ya ha anunciado que derogará. Estas son: la ley de la igualdad, cuyo recurso rechazó el Constitucional, la ley del aborto o la ley de matrimonios del mismo sexo, estas dos últimas recurridas por el PP.
En tercer y último lugar, el candidato ha afirmado que "nada se podrá solucionar sin el cambio político". Parece claro que un simple cambio político no puede ser la garantía del éxito, de recuperación de la recesión. La situación general de desafección que vivimos se muestra demasiado compleja y caótica como para que su inversión pase simplemente por que el Partido Popular llegue al gobierno. Se necesita tiempo para recuperar la confianza hacia los mercados y hacia la política. Pero, por otro lado, la política es la institución que dispone de la herramientas para superar dicha situación. Una política que favorezca a las clases más desfavorecidas y que busque mecanismos que garanticen la justicia social y el mantenimiento del estado del bienestar, y no precisamente su desmantelamiento.
Sin ánimo de que pueda parecer que la totalidad de las 100 propuestas que el presidente de la formación mencionó me puedan resultar poco creibles, sí que estaría de acuerdo en una de ellas: "la situación que viene es quizá la más complicada a la que se enfrentará un Gobierno en democracia". Precisamente, este es el motivo que nos puede arrojar luz de que un simple cambio de gobierno no garantiza una salida exprés de la crisis.
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